martes, 11 de agosto de 2009

No Hagas Pacto Con Cualquiera




“No Hagas Pacto Con Cualquiera

Sin Preguntarle Al Señor En Primer Lugar”

Por Rick Joyner



Asombrosamente, justo después que Israel absorbiera las lecciones sobre el pecado de Acán y su derrota inicial en Hai, el siguiente evento principal en la conquista de la Tierra Prometida fue su engaño a manos de los Gabaonitas. Este también fue el resultado del orgullo de los líderes de Israel. De hecho, el orgullo es un hábito difícil de romper.

Como leímos en Josué 9, cuando los Gabaonitas vieron lo que le había hecho Israel a Hai, decidieron actuar astutamente y engañarlos para salvarse. Enviaron embajadores a Josué para hacer un pacto con Israel. Tomaron odres viejos y pan rancio, pero dijeron que los odres eran nuevos y el pan era fresco cuando dejaron sus casas, indicando que habían venido desde “un país lejano”. Pero aún así, Israel estaba interesado en que podrían vivir cerca de ellos. Sin embargo, dice que miraron los comestibles, “... y no pidieron el consejo del Señor”, (vea a Josué 9:14) e hicieron un pacto con ellos. Pronto aprendieron que fueron engañados y que en realidad los Gabaonitas vivían cerca de ellos, justo en medio de su tierra. Sin embargo, debido a su pacto, no podían hacer nada contra ellos.

Claro nadie podía culpar a los Gabaonitas por esto, pero ahora Israel tenía un problema muy serio. A Israel le habían ordenado que no permitiera que ninguno de los habitantes de la tierra viviera entre ellos porque se transformarían en una trampa. Habían violado este orden básico del Señor debido a su orgullo al hacer un pacto con los Gabaonitas sin consultar primero con el Señor. Esta fue una gran presunción porque tenían un pacto con el Señor. Cualquier pacto que hicieran con alguien, obligaría también al Señor y, por consiguiente, nunca debían haberlo hecho sin Su permiso.

Como también somos gente que estableció un pacto con el Señor, ¿no se aplica esto a nosotros?

Claro que sí. Por eso un cristiano nunca debe hacer un contrato o pactar con cualquiera sin preguntarle primero al Señor. Traemos muchos problemas innecesarios hacia nosotros por entrar en acuerdos sin consultar primero al Señor. Es obvio que el Señor puede ver cosas que nosotros no podemos y Él nos dará la dirección y el consejo necesarios si lo buscamos. No hacer esto es una afrenta a nuestro pacto con Él.

La segunda gran lección de esta situación con los Gabaonitas es que al empezar a heredar nuestras promesas, debemos tener cuidado con aquellos que vienen con el pan rancio y los odres viejos. Claro, el pan rancio habla de una enseñanza que no es fresca y los odres viejos son los que están tan rígidos e inflexibles que no pueden contener la expansión, la naturaleza cambiante del vino nuevo del Espíritu.

Como podría esperarse, justo después que Israel hizo el pacto con los Gabaonitas, Gabaón fue atacado e Israel tuvo que luchar por ellos. Aunque el Señor realizó un gran milagro por Josué, haciendo que el sol se detuviera para que pudiera derrotar a los Amonitas por completo, no quiere decir que esto era lo mejor para Israel. El Señor “hace que todas las cosas ayuden a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28), pero esto no significa que sea lo mejor. No debemos considerar que algo deba ser lo mejor, simplemente porque resulta bien. No había razón para que Israel hiciera ese pacto y no existe una razón para que lo hagamos, aunque el Señor pueda intervenir a nuestro favor, revirtiendo los resultados.

Cuando empiece a experimentar las victorias y a poseer sus promesas, muchos querrán unirse a usted y querrán que luche sus batallas en su lugar. Esta puede ser una gran desviación. Aunque el Señor está con nosotros y siempre hará que las cosas obren para bien, esto puede alejarnos de nuestro llamado y propósito.

No haga pactos o acuerdos con cualquiera sin preguntarle primero al Señor, sobre todo con aquellos que tienen pan rancio y odres viejos.


Rick Joyner

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